Pese a que el director ya se había topado con Herrmann algunos años antes, nunca había tenido la oportunidad de cimentar una relación laboral con el músico, por lo que la idea le pareció atractiva. Sin embargo, Herrmann no tenía mayor interés de componer la banda sonora de una comedía. Eventualmente, la idea de trabajar en un estudio distinto a la 20th Century Fox, llamó la atención del compositor, por lo que terminó aceptando la propuesta de Hitchcock. Conocido por ser un perfeccionista, Herrmann no tardó en tener varios problemas con los miembros de la orquesta de los estudios Paramount, a quien acusó de ser poco profesionales. Por otro lado, su primera impresión de Hitchcock tampoco sería muy favorable. Una vez que terminó la primera sesión de grabación, se acercó a Lyn Murray y le dijo: “Él podrá ser amigo tuyo, pero es un imbécil”. Pese a lo brusca de su introducción, este sería el inicio de una de las colaboraciones artísticas más exitosas de Hollywood. Para el film, Herrmann compondría música original, y reutilizaría algunos pasajes de un grupo de composiciones utilizadas anteriormente por él para una serie radial de la CBS.
Para su segunda película juntos, Hitchcock quiso revisitar una de sus primeras obras, “The Man Who Knew Too Much” (1938). Pese a que el director estaba satisfecho con el film original, pensaba que no era más que “el trabajo de un talentoso aficionado”. Como ahora contaba con una mayor de recursos, cortesía de la Paramount, a Hitchcock le pareció lógico realizar una nueva versión del relato. La versión de 1956 de “The Man Who Knew Too Much” es superior a la original en casi todos los aspectos. El director le pidió a Herrmann que compusiera una pieza original para la secuencia que iba a ser filmada en el Royal Albert Hall de Londres, junto con la Orquesta Sinfónica de Londres. Sin embargo, Herrmann optó por tributar la obra del afamado compositor Arthur Benjamin. A raíz de esto y con el objetivo de alargar la secuencia, la Paramount le pidió al mismísimo Benjamin que escribiera un minuto y 20 segundos más de música, para completar su ya conocida y celebrada pieza. Debido a que Hitchcock deseaba imprimirle un mayor realismo a la escena, le pidió a Herrmann que apareciera en el podio y condujera a la orquesta mientras esta tocaba la climática cantata de Benjamin. Fue tal el fiato de Herrmann con los miembros de la Sinfónica, que al final del rodaje le regalaron un volumen de su historia con la dedicatoria: “Para Bernard Herrmann, el hombre que sabe demasiado”. Como era de esperarse, la película fue todo un éxito, augurando que esta no sería la última colaboración entre el director y el compositor.
Para su próximo film, “The Wrong Man” (1957), Hitchcock su mudó temporalmente a los estudios de la Warner Brothers. La banda sonora que en esta ocasión Herrmann compuso, sembraría las bases de la música escrita por el mismo compositor para el film de Martin Scorsese, “Taxi Driver” (1976), el cual además sería el último trabajo de Herrmann. En el intertanto, la relación fuera de la pantalla entre el músico y el director se fue haciendo cada vez más profunda. Lentamente, Herrmann comenzó a ser arrastrado al pequeño círculo cercano de Hitchcock. Sin embargo, en el ámbito laboral la relación de ambos era algo complicada. El director era un personaje autoritario, que solía planear cada detalle de sus producciones incluso antes de que comenzaran las filmaciones, por lo que no dejaba mucho espacio para la libertad creativa. Por primera vez, Bernard Herrmann sentía que había encontrado a alguien capaz de igualarlo, e incluso superarlo en el aspecto creativo, por lo que tuvo que convertirse en la extensión invisible del alma artística de Hitchcock para lograr cierto control sobre su trabajo. Su estrategia pronto daría frutos, razón por la cual eventualmente el director terminó cediéndole el control sobre la música de sus films, confiando en que eran capaces de complementarse a la perfección.
En 1958, Hitchcock adaptaría la novela “D´Entre les Morts”, de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, dando vida al film “Vertigo”. Para muchos críticos, la cinta no solo reflejaría los miedos y las debilidades del director, sino que también las de Herrmann. La música escrita por el compositor para el largometraje, se convirtió en la mera expresión de la angustia mortal del protagonista, y en cierta medida, de su búsqueda de redención por medio del amor. Si bien al momento de su estreno, “Vertigo” no fue bien recibida por la crítica ni el público, con el paso de los años pasaría a ser considerada como una verdadera obra maestra, tomando especial importancia la exquisita banda sonora compuesta por Herrmann. Al año siguiente, tras trabajar nuevamente con Hitchcock en el film, “North by Northwest” (1959), la dupla realizaría uno de sus trabajos más celebrados; la polémica “Psycho” (1960). Alabada por el público de la época, y denostada por los críticos y los ejecutivos de la Paramount, la cinta basada en la obra del escritor Robert Bloch presentaba una serie de temas potencialmente incendiarios, entre los que se encontraban el incesto, la violencia, y las deviaciones sexuales.
Hitchcock rodaría el film en solo cinco semanas, utilizando un presupuesto bastante ajustado. Una vez que finalizó el trabajo de fotografía, el director comenzó a tener serias dudas con respecto a la película. A sus ojos, el relato era demasiado plano y sin vida, por lo que estuvo mucho tiempo dándole vuelta a la idea de cortar un buen número de escenas, para presentar la cinta como parte de la serie que en aquel entonces él tenía en la televisión (Alfred Hitchcock Presents, 1955-62). Cuando Bernard Herrmann vio el film, identificando las posibilidades del mismo, inmediatamente le pidió al director que lo dejara en su poder mientras este último se iba de vacaciones. Hitchcock aceptó la propuesta con una sola condición; el compositor no podía escribir música para la famosa escena de la ducha, ya que el director quería que el único sonido ambiental fuese el del agua cayendo de la ducha. Por razones artísticas y presupuestarías, Herrmann se vio obligado a utilizar solo instrumentos de cuerda para desarrollar la banda sonora. Pese a que nunca había hecho algo en contra de los deseos de Hitchcock, en esta ocasión optó por ignorar por completo la petición de este, y compuso una pieza musical para la escena de la ducha, confiando en que el director le tenía el suficiente respeto como para no estallar en ira una vez que viera que había decidido desobedecerlo.
Cuando Hitchcock volvió de sus vacaciones, y vio la escena acompañada por la atmosférica banda sonora compuesta por Herrmann, sorprendentemente aprobó su decisión con la cabeza. Extrañado, el compositor le dijo: “Pero Hitch. Yo pensé que no querías que esa escena fuera musicalizada”, a lo que el director respondió: “Fue una sugerencia impropia muchacho, una sugerencia impropia”. La excelsa combinación de la música de Herrmann con las imágenes de Hitchcock, lograron con “Psycho” se alzara como una de las grandes obras maestras dentro de la historia del cine. Era tal el grado de satisfacción del director, que en una rara exhibición de generosidad, en varias entrevistas proclamaría que “el 33% del éxito de Psycho fue gracias a la música de Bernard Herrmann”. Sin embargo, sería durante este periodo que se comenzarían a generar sutiles diferencias entre los dos hombres, que terminarían separándolos por el resto de sus vidas. Con el paso de los años, Hitchcock comenzaría a disminuir su carga de trabajo, al mismo tiempo que exhibía una mayor selectividad a la hora de escoger sus proyectos. Su siguiente film “The Birds” (1963), no gozaría del mismo éxito que sus anteriores proyectos, y la colaboración de Herrmann en esta ocasión solo se reduciría a realizar algunos efectos de sonido, todo bajo la estricta supervisión del director.
Algo que se le había criticado duramente a Hitchcock en “The Birds”, era la elección de la novata Tippi Hedren como protagonista. Decido a probar que los críticos se equivocaban, el director volvería a seleccionar a la actriz para protagonizar su siguiente film, “Marnie” (1964). Por su parte, Herrmann compartía la opinión de la crítica, razón por la cual eventualmente tuvo problemas con el temperamental director. Este no sería el único problema que tendría la dupla durante la producción de la cinta. En aquel entonces, la política administrativa de los grandes estudios comenzó a darle una marcada importancia al aspecto económico de sus producciones, dejando de lado el aspecto artístico. Debido a esto, los ejecutivos de la Universal no querían que Herrmann participara en la composición de la banda sonora de “Marnie”, por considerarlo demasiado anticuado. Eventualmente, estos dejaron que Herrmann trabajara en el film, con la condición de que escribiera una canción a la que se le pudiera sacar algún provecho comercial. Sin embargo, esta imposición no le agrado en lo absoluto al compositor, quien no tardó en recordarle al director que su calidad artística le permitía hacer lo que él estimara conveniente (aunque las palabras específicas fueron: “diles que se metan sus impropias sugerencias en el trasero”).
Una vez más, Hitchcock confió en el juicio de su amigo, y le otorgó libertad de acción. Pese a que la banda sonora de Herrmann es uno de los puntos más altos del film, este fue un completo fracaso de taquilla, lo que provocó que los ejecutivos ejercieran una mayor presión sobre el inseguro director, convenciéndolo que necesita urgentemente realizar un film exitoso, cosa la cual le iba a ser imposible si seguía trabajando con Herrmann. En aquellos tiempos, el clima musical de la industria hollywoodense estaba cambiando drásticamente. El uso de sinfónicas en las bandas sonoras de los films no solo resultaba costoso para los estudios, sino que además comenzaban a verse arcaicas en comparación con los nuevos estilos de música que estaban surgiendo en los sesenta. Hitchcock ya había mostrado su preocupación por esta serie de cambios, la cual no hizo más que acrecentarse luego de sus más recientes fracasos comerciales. Sumergido en su propia amargura, el director no encontró nada mejor que cargarle toda la responsabilidad del fracaso de “Marnie” a Herrmann, marcando el principio del fin de una provechosa relación laboral y personal.
Len Wasserman, presidente de la Universal en aquel entonces, no haría más que dinamitar la ya frágil relación existente entre Hitchcock y Herrmann. Cuando el director comenzó con la preproducción de la cinta “Torn Curtain” (1966), el ejecutivo le insistió que debía contratar a un compositor más joven para escribir la banda sonora del film. Tras la “sugerencia” de Wasserman, se escondía un resentimiento que este último tenía hacia Herrmann, debido a que unos años antes el compositor había rechazado una oferta laboral que le había realizado la cabeza de la Universal. Con el paso de los años, las inseguridades de Hitchcock convirtieron al una vez testarudo director, en alguien asustadizo e indeciso. Con el fin de no crearse mayores problemas, este le pidió a su asistente, Peggy Robertson, que conversará con Herrmann, quien en ese entonces se encontraba viviendo en Inglaterra, sumido en una profunda depresión debido a su reciente separación con su esposa Lucy. La incómoda situación, llevó a que el director se comunicara con el músico únicamente mediante intermediarios y telegramas. Esto significó que Herrmann no solo diera por finalizada su amistad con Hitchcock, sino que además cambió por completo su percepción del director, a quien ahora consideraba una mera marioneta corporativa.
Dentro de los mensajes que Hitchcock le envió a Herrmann, le expresó como deseaba que fuese la banda sonora de “Torn Curtain”. No solo le comentó que música escrita en sus últimos trabajos juntos era anticuada y poco original, sino que además puntualizó el hecho de que si quería seguir trabajando con él, debía escribir piezas musicales que le fuesen atractivas a los adolescentes. Indignado, Herrmann intentó razonar con Hitchcock, expresándole que él no estaba dispuesto a escribir música para adolescentes, complicando aún más la situación. Hitchcock se sentía entre la espada y la pared, y lo que más le molestaba era el hecho de que el compositor no fuese capaz de seguir instrucciones. Para el director, Herrmann era un hombre arrogante, que se había convertido en una espina que debía remover de su costado para poder terminar el film. Una de las imposiciones que Hitchcock le hizo al compositor, fue que no musicalizara la secuencia de 10 minutos de duración donde el protagonista se enfrenta con un agente ruso en una granja. Pensando que nuevamente podía salvar la producción como lo había hecho con “Psycho”, Herrmann ignoró por completo la orden del director. Sin embargo, en esta ocasión la reacción de este último no sería la que el compositor esperaba ver.
Cuando Herrmann le mostró a Hitchcock la música que había escrito para el film, el director explotó en ira, insistiéndole al compositor que esa no era el tipo de música que él le había pedido componer. Herrmann le rogó al director que al menos lo dejara terminar las grabaciones del día, y que ahí decidiera que iba a hacer con la música. Con la seria intención de regañar y humillar al compositor frente a sus pares, Hitchcock despidió a la orquesta en medio de las grabaciones y canceló las sesiones restantes. Luego de decir unas breves palabras, el director regresó a su oficina, se disculpó con sus empleados, y despidió a Herrmann, ofreciéndole pagarle el sueldo con dinero de su propio bolsillo. Al rato después, Hitchcock telefoneó al compositor solo para reprocharle que lo había apuñalado por la espalda. Con un carácter igual de volátil, Herrmann le gritó de vuelta que el director había abandonado su integridad y que se había vendido por un par de dólares extra. Luego de aquella tensa conversación telefónica, Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann nunca más volverían a hablarse de manera cordial, dando por finalizada una de las sociedades artísticas más exitosas en la historia de Hollywood.
La banda sonora de “Torn Curtain” finalmente fue escrita por el compositor británico, John Addison. Lamentablemente para Hitchcock, la cinta fue un completo desastre. Se dice que con el paso de los años, el director había comenzado a sentir celos no solo de la popularidad que gozaba Herrmann, sino que además del hecho de que se sugirió que sus éxitos previos se debían en gran parte a la colaboración del compositor. Como sucede en la gran mayoría de los divorcios, mientras uno de los participantes queda con la certeza de haber tomado la decisión correcta, la otra parte sufre durante mucho tiempo. En este caso, fue Herrmann quien nunca se recuperó de la ruptura de su relación con Hitchcock, tanto a nivel emocional como económico. Su nombre había dejado de ser sinónimo de éxito en Hollywood, por lo que no recibía un gran número de ofertas laborales. Por otro lado, en el ámbito más personal, el compositor le pidió a un buen número de amigos que intercedieran ante Hitchcock para recuperar su amistad, pero no obtuvo resultado alguno. El gran problema, era que según el director, Herrmann había intentado sabotear su film, razón por la cual su amistad había terminado.
El director jamás olvidaría este hecho, al punto que años más tarde, cuando en una entrevista le preguntaron si existía la posibilidad de trabajar con Herrmann nuevamente, él respondió: “Si, si hace lo que yo le diga”. En 1968, el compositor grabó un disco con la Orquesta Filarmónica Nacional titulado, “Music From the Great Movie Thrillers”, el cual se presentaba como un sentido homenaje al trabajo realizado para los films de Hitchcock. Cuando el álbum fue lanzado, Herrmann albergó la esperanza que este pudiera ablandar el corazón del director. Acompañado por Norma, su nueva prometida, el compositor regresó a Los Ángeles con la intención de presentársela a su viejo amigo Hitch. Sin embargo, cuando llegó a su oficina, el director se negó a verlo, lo que hizo estallar de ira a Herrmann quien abandonó con un portazo la oficina de Hitchcock, siendo esta la última vez que tendrían contacto. Es curioso como las cosas que en un determinado momento unen, pueden llegar a desintegrar una relación. De personalidades similares, en un inicio Hitchcock y Herrmann lograron complementarse a tal punto, que cada uno se convirtió en una extensión del otro, logrando que su arte se potenciara y tocara a un mayor número de personas. Lo que alguna vez fue una relación cordial, terminó convirtiéndose en una guerra de egos, donde el más grande damnificado en el público en general. La “cortina de hierro” que se formó entre estos dos personajes (otorgándole un significado casi profético a su última colaboración juntos), no se disolvería, como tampoco se disolvería el inmenso legado que dejaron, cuya capacidad de trascender tiempos y fronteras permanece más vivo que nunca.
por Fantomas.