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Según Gregory D. Black, autor del libro “Hollywood Censurado”, las temáticas tocadas por el cine de la época asustaron a los grupos conservadores porque “temían que algunas cintas le enseñaran a los inmigrantes y a los trabajadores a hacer huelgas o delitos si es eso lo que veían en la pantalla, ya que estos no serían capaces de distinguir la realidad de esta nueva forma de entretenimiento”. La crisis se acrecentó cuando a principios de la década del veinte, tres grandes escándalos azotaron Hollywood; los juicios por homicidio y violación que tuvo que enfrentar la estrella cómica Roscoe Arbuckle; el asesinato del director William Desmond Taylor en febrero de 1922, y las revelaciones acerca de su bisexualidad; y la muerte relacionada con el consumo de drogas del actor Wallace Reid en enero de 1923. A estos casos se sumaron las muertes por consumo de drogas de las actrices Olive Thomas, Barbara La Marr, Jeanne Eagels, y Alma Rubens, lo que desencadenó que muchos grupos conservadores pidieran la aplicación de censura a la industria hollywoodense durante gran parte de la década del veinte. Estas historias fueron tratadas de manera sensacionalista por la prensa, lo que colaboró con el hecho de que muchos norteamericanos comenzaran a percibir a Hollywood como la “ciudad del pecado”.
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En 1927, Hays compiló una lista temas los cuales según su experiencia con los distintos comités de censura existentes en los Estados Unidos, era conveniente que los estudios de Hollywood evitaran a toda costa. Él nombraría a esta lista como “la fórmula”, aunque sería popularmente conocida como “los no y los ten cuidado”. En 1930, Hays creó el Studio Relations Committee (SRC) con el fin de implementar su código de censura. Sin embargo, el SRC carecía de la capacidad para imponer dicho código. Pese a esto, durante este periodo, Hays, quien era una mezcla de guardián, comisario, e inquisidor, se convirtió en el gran salvador de la industria. De hecho, en 1926 la revista Life le otorgó su portada. Pero la Iglesia todavía no estaba conforme porque el hombre operaría sólo con advertencias y no con imposiciones. Era evidente que faltaba ir más allá. Con la llegada del cine sonoro en 1927, y cuando la industria cinematográfica pasa a ser la única industria firme en medio de la Gran Depresión, las tensiones entre los grupos conservadores y los estudios aumentaron.
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Una de las enmiendas del código, no sólo estableció la Administración del Código de Producción (PCA), sino que también estipuló que todos los films lanzados a partir del primero de julio de 1934, tendrían que ser sometidos a una certificación antes de poder ser estrenados. La primera cinta en obtener el sello de aprobación de la MPPDA, sería “The World Moves On” (1934), del director John Ford. El código quiso expurgar de la pantalla la criminalidad, la sexualidad y la vulgaridad. Decía que “no se autorizará ningún film que pueda rebajar el nivel moral de los espectadores”. Prohibía cualquier desnudo o baile. Además restringía el asesinato y la venganza. Por más de treinta años, prácticamente todas las películas producidas en los Estados Unidos se ciñeron al código. Cabe destacar que el infame código Hays no fue creado por un estamento federal, estatal, o gubernamental, sino que fue adoptado por los estudios hollywoodenses con la esperanza de que este puñado de normas les ayudara a evitar la censura por parte del gobierno, dando a entender que preferían la autorregulación a la regulación de terceros.
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Además de la amenaza que significaba la televisión, también se comenzó a generar una mayor preocupación por la creciente distribución de películas extranjeras de directores como Vittorio de Sica y Ingmar Bergman, las cuales tocaban temas que el código mantenía bajo siete llaves. Cuando los estudios se percataron de que no podían impedir la llegada de películas extrajeras, y que estas no estaban sometidas al código de producción, no les quedó más opción que comenzar a ignorar el código si querían seguir obteniendo ganancias. Sería esta misma polémica la que terminaría pavimentando el camino para que muchos realizadores independientes pudieran exhibir sus cintas sin mayores inconvenientes. En 1951, la MPAA revisaría nuevamente el código. Sin embargo, contrario a lo que se podría pensar, su objetivo no sería confeccionar un código más flexible, sino que pretendían rigidizar aún más el ya existente. De esta revisión saldrían más palabras y temas que comenzarían a ser prohibidos, lo que generó una mayor oposición de parte de varios realizadores a este nuevo código.
En 1952, la Corte Suprema revocó de manera unánime la decisión tomada en 1915, amparando a la industria del cine bajo la Primera Enmienda. Esta medida redujo la amenaza de una eventual regulación por parte del gobierno, por lo que el poder de la PCA sobre la industria hollywoodense se vio fuertemente disminuido. Para 1954, con Hays fallecido y con Breen retirado de la PCA, directores como Samuel Fuller, Otto Preminger, Elia Kazan y Stanley Kubrick, se atrevieron a desafiar al código. Para fines de los cincuenta, un buen número de cintas con temas controversiales comenzó a inundar la pantallas, como por ejemplo “Anatomy of a Murder” (1959), “Suddenly Last Summer” (1959), y “Some Like it Hot” (1959), entre otras. Si bien la MPAA les otorgó a regañadientes el sello de aprobación a estas producciones, de todas formas exigió que se realizaran algunos cambios. Ya para principios de los sesenta, los films comenzaron a lidiar con temas adultos y temáticas sexuales que no habían sido vistas en Hollywood desde principios de los treinta. En 1966, en “Who´s Afraid of Virginia Woolf?”, se escuchó decir por primera vez “hijo de puta”. El código ya no daba el ancho y se desplomó al año siguiente.
Fue ahí donde comenzó a operar el actual sistema de calificación por edad, y aunque en los setenta Hollywood pareció reivindicar la crudeza y la valentía del cine precódigo, los criterios comerciales (que ahora buscaban audiencias masivas) continuaron atados a la autocensura. Para Gregory Black, el código de todas formas dejó huellas. “R significa una calificación para mayores de 16 años y la calificación NC significa esencialmente que la película no se proyectará en grandes salas, sino sólo en circuitos independientes cuyo tamaño impide que la película pueda ser rentable”. Curiosamente, el tema de la censura hoy gravita en un factor que no tiene nada que ver con la mojigatería. Durante los últimos años, a raíz del descenso de la edad cronológica y mental del mercado objetivo de la industria cinematográfica, Hollywood se ha vuelto preadolescente y familiar. A diferencia de lo acontecido en los setenta, cuando el éxito de una cinta estaba asociado a que tan rupturista y provocadora esta era, hoy mientras más blancas sean las temáticas, mejor. Irónicamente, probablemente en la actualidad William H. Hays tendría menos trabajo que el que tuvo hace más de cuarenta años.
2. Los géneros de vida descritos en el film serán correctos, teniendo en cuenta las exigencias particulares del drama y del espectáculo. Un amor impuro nunca debe parecer atractivo o hermoso.
3. La ley, natural o humana, no será ridiculizada y la simpatía del público no irá hacia aquellos que la violentan. Además, la figura de Cristo será tratada con respeto. Cristo no es tema para una comedia.
4. Las exhibiciones del cuerpo, incluyendo el ombligo, están prohibidas. También se prohíbe el desnudo y la exposición de los órganos genitales de los niños, así sean recién nacidos.
5. El buen gusto y la delicadeza deben regir la utilización de los dormitorios. Evitar dar demasiada importancia a la cama.
6. No debe presentarse a la institución del matrimonio como antipática. El adulterio y todo comportamiento sexual ilícito no deben ser mostrados explícitamente ni ser justificados por su aspecto atractivo.
7. No está permitido para los hombres quitarse el pantalón. Si el argumento de la película así lo exige, puede mostrarse ya sin la prenda, pero en ropa interior adecuada.
8. La técnica del asesinato deberá ser presentada de manera de no suscitar la imitación. No se mostrarán los detalles de los asesinatos brutales. La venganza no será justificada.
9. El tráfico clandestino de drogas y el uso de éstas no será mostrado. Fuera de las exigencias propias de la trama y de la imagen de los personajes, no se dará lugar al alcohol en la vida estadounidense.
10. Las técnicas del robo, de la perforación de cajas fuertes y el dinamitado de trenes, minas y edificios no deben ser detalladas.
por Fantomas.
Muy buen artículo. hay otro tema muy interesante y que se trata de como Hollywood litealmente conspira, utilizando practicas monopólicas principalmente a travez de los medios de comunicacón, para que el público norteamericano (y por rebote nosotros también)no vea cine extrangero o a este no se le de la importancia que se merece, todo en pro del comercio obviamente.
ResponderEliminarEste asunto lo detalla muy bien Jonathan Rosenbaum en su libro "Las Guerras del Cine". Te lo recomiendo muchísimo.
Saludos!
Muy buen artículo, muy revelador, así como inmejorablemente ilustrado y explicado.
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