Bernard Schwartz, más conocido como Tony Curtis, nació el 3 de junio de 1925 en la ciudad de Nueva York. Su padre, Mono Schwartz, era un actor húngaro de cierto renombre en Budapest, quien tras la Primera Guerra Mundial emigró a los Estados Unidos en busca de fortuna. A su llegada se casó con Helen Klein, quien también era una inmigrante húngara, tras lo cual Mono se convirtió en sastre y posteriormente en tendero para poder mantener a su familia, dejando en el olvido la carrera de actor debido a que su acento extranjero le impedía obtener papeles en los escenarios neoyorkinos. Curtis debió soportar una infancia miserable lo que eventualmente terminaría afectando sus relaciones amorosas y familiares. Su madre era esquizofrénica y solía golpearlo a él y a sus hermanos Julius y Robert (a quien posteriormente le sería diagnosticada la misma enfermedad). Cuando tenía ocho años de edad, Curtis fue internado en un orfanato debido a que sus padres vivían en extrema pobreza y no eran capaces de cubrir sus necesidades básicas. Como si todo esto no fuese suficiente, en 1938 su hermano Julius murió en un accidente automovilístico, y fue Curtis quien debió asistir a identificar el cuerpo. Luego de todas estas horribles experiencias, Curtis se unió a una pandilla con la cual cometió algunos delitos menores. Cuando cumplió 11 años de edad, un amigo de su barrio lo salvó de lo que según él hubiese sido una vida de delincuencia, cuando lo invitó a un campamento de Boy Scouts donde aprendió a controlar su rabia y a invertir su energía en algo más provechoso.
El primer indicio de que podía acceder a una vida mejor lo tuvo a los 16 años cuando participó en una obra teatral acerca de las aventuras del Rey Arturo (donde personificó a una niña). Posteriormente se enlistaría en la Marina tras el episodio de Pearl Harbor, y sería testigo presencial de la rendición de Japón en la Bahía de Tokio en 1945. Tras retornar a su vida como civil, Curtis ingresaría al Dramatic Workshop de Nueva York, lugar al que también asistirían Walter Matthau y Rod Steiger, entre otros. Eventualmente sería descubierto por el buscador de talentos de la Universal, Joyce Selznick (sobrino del famoso productor David O. Selznick), quien lo llevaría a Hollywood en 1948. Tras firmar un contrato con la Universal, él aparecería en varias cintas olvidables con roles secundarios bajo el nombre de James Curtis, el cual posteriormente cambiaría a Anthony Curtis. Su primer rol “importante” sería en el western “Winchester ´73” (1950), donde interpretaría a un joven soldado que se ve involucrado en la cruzada de venganza llevada a cabo por el personaje interpretado por James Stewart. En 1951, Curtis contrajo matrimonio con Janet Leigh, una atractiva actriz que en ese entonces estaba cimentando su camino hacia el estrellato. El inmenso atractivo de la pareja pronto los convirtió en figuras populares dentro del circuito hollywoodense. Ese mismo año, Curtis protagonizó la cinta “The Prince Who Was Thief” (1951), junto a Piper Laurie, la cual se convertiría en un éxito de taquilla y marcaría su primer paso hacia el estrellato.
El éxito de “The Prince Who Was Thief” llevó a los ejecutivos de la Universal a reunir a Curtis y Laurie en dos cintas más; “No Room for the Groom” (1952) y “Son of Ali Baba” (1952). Sin embargo, su estatus de estrella terminaría de cimentarse cuando junto a Janet Leigh protagonizó el biopic “Houdini” (1953), el cual no hacía más que enaltecer la imagen de famoso mago Harry Houdini. El actor estaría casado durante diez años con Janet Leigh antes de abandonarla para casarse con la jovencita Christine Kauffman. Junto a Leigh tendría dos hijas, Kelly Curtis (nacida en 1956) y Jamie Lee Curtis (nacida en 1958), las cuales también harían carrera en el mundo de la actuación. Pese a que en aquel entonces Curtis y Leigh proyectaban la imagen de tener una relación idílica, los periodistas de espectáculos frecuentemente ponían en tela de juicio la sexualidad del actor, lo cual curiosamente solo logró aumentar su popularidad. De hecho, para mediados de los cincuenta, Curtis se convirtió en una figura excepcionalmente reconocida, al punto que el mismo Elvis Presley adoptó el famoso peinado del actor. Sería durante este periodo que Curtis intentaría desmarcarse de su imagen de niño bonito para que de esta forma la crítica y el público comenzaran a verlo como un actor capacitado para interpretar papeles más complejos.El primer indicio de que podía acceder a una vida mejor lo tuvo a los 16 años cuando participó en una obra teatral acerca de las aventuras del Rey Arturo (donde personificó a una niña). Posteriormente se enlistaría en la Marina tras el episodio de Pearl Harbor, y sería testigo presencial de la rendición de Japón en la Bahía de Tokio en 1945. Tras retornar a su vida como civil, Curtis ingresaría al Dramatic Workshop de Nueva York, lugar al que también asistirían Walter Matthau y Rod Steiger, entre otros. Eventualmente sería descubierto por el buscador de talentos de la Universal, Joyce Selznick (sobrino del famoso productor David O. Selznick), quien lo llevaría a Hollywood en 1948. Tras firmar un contrato con la Universal, él aparecería en varias cintas olvidables con roles secundarios bajo el nombre de James Curtis, el cual posteriormente cambiaría a Anthony Curtis. Su primer rol “importante” sería en el western “Winchester ´73” (1950), donde interpretaría a un joven soldado que se ve involucrado en la cruzada de venganza llevada a cabo por el personaje interpretado por James Stewart. En 1951, Curtis contrajo matrimonio con Janet Leigh, una atractiva actriz que en ese entonces estaba cimentando su camino hacia el estrellato. El inmenso atractivo de la pareja pronto los convirtió en figuras populares dentro del circuito hollywoodense. Ese mismo año, Curtis protagonizó la cinta “The Prince Who Was Thief” (1951), junto a Piper Laurie, la cual se convertiría en un éxito de taquilla y marcaría su primer paso hacia el estrellato.
Su determinación por demostrar su valía como actor comenzaría a rendir frutos durante la segunda mitad de los cincuenta; primero con el drama circense “Trapeze” (1956) y luego con “Sweet Smell of Success” (1957), cinta que realizaba un ácido retrato del mundo del espectáculo, en la cual Curtis interpretaba a un desesperado y moralmente cuestionable periodista. Ambas películas dieron a conocer el talento que tenía el actor para el drama, lo que rápidamente le valió el respeto de la crítica especializada. El éxito que obtuvo con estas dos películas lo llevaría a participar en “The Defiant Ones” (1958), un conmovedor drama acerca de dos delincuentes (Curtis y Sidney Poitier) que tras escapar de prisión deben superar sus prejuicios mientras evitan caer nuevamente en manos de la policía. El film recibiría varias nominaciones al Oscar, incluyendo la de mejor actor para Tony Curtis. Un año después el actor volvería a triunfar en la cinta de Billy Wilder, “Some Like It Hot” (1959), coprotagonizada por Jack Lemmon y Marilyn Monroe. Debido a los problemas que la actriz causó durante la filmación de la cinta (obligando a repetir varias tomas en múltiples ocasiones), Curtis llegó a declarar que besar a Monroe fue como “besar a Hitler”. Sin embargo, en una entrevista que el actor concedió el 2001 se retractó de sus dichos, motivado por la trágica muerte de la actriz; “¡Pobre Marilyn!; cuando rodamos la película, ella tenía problemas, estaba enferma, no llegaba nunca a la hora, no se sabía el texto y los productores la querían despedir. Diez años antes, cuando ella tenía 19 años y yo 22, habíamos sido amantes durante cuatro meses. Así que al llegar a la escena más tórrida de ‘Some Like It Hot”, Marilyn decidió que iba a hacer todo lo posible para provocarme una erección. Y lo logró! Alguna vez he comentado que besar a Marilyn era como cogérsela”.
Posteriormente, Curtis conseguiría el pequeño pero importante rol de Antoninus en la cinta de Stanley Kubrick, “Spartacus” (1960). Después de 1960, Curtis dividió su tiempo entre cintas dramáticas y comedias ligeras, las cuales en su gran mayoría tuvieron gran aceptación por parte del público y la crítica. Entre sus mejores films de este periodo se encuentran “The Outsider” (1961), una cinta bélica acerca de Ira Hayes, el nativo americano que participó en el alzamiento de la bandera de Iwo Jima durante la Segunda Guerra Mundial; “The Great Imposter” (1961), un film acerca del famoso impostor Fred De Mara; la nominada al Oscar “Captain Newman, M.D.” (1963); y la comedia slapstick de Blake Edwards “The Great Race” (1965), la cual eventualmente se convertiría en una cinta de culto debido a la gran cantidad de veces que fue transmitida en la televisión norteamericana. En la cima de su carrera, al actor incluso lo llegaron a referenciar en un episodio de “The Flintstones” (1960-66), donde aparecía un actor llamado Stony Curtis. Sería a mediados de los sesenta cuando la carrera del actor comenzaría a experimentar un franco descenso. A sus cuarenta años de edad, su apariencia de ídolo de matiné comenzaba a desaparecer, lo que provocó que perdiera terreno ante una nueva camada de jóvenes actores. Su vida personal también sufrió cambios importantes; después de mantener un amorío con la actriz alemana de 17 años de edad, Christina Kauffman, quien compartió escena con el actor en la cinta “Taras Bulba” (1962), este se divorció de Janet Leigh y contrajo matrimonio con Kauffman en 1963. De la unión nacieron dos hijas, Alexandra (nacida en 1966) y Allegra (nacida en 1968), antes de que la pareja se divorciara en 1968.
Tras participar en algunas comedias ligeras como “Don´t Make Waves” (1967) y “Not With My Wife, You Don´t” (1966), Curtis obtuvo algunos papeles en un par de cintas europeas bastante mediocres como por ejemplo “Monte Carlo or Bust” (1969). Sin embargo, con el film “The Boston Strangler” (1968) del director Richard Fleischer, Curtis nuevamente pudo demostrar su valía como actor dramático gracias a su interpretación del infame asesino Albert De Salvo. Pese a que por dicho papel el actor fue merecedor de una nominación al Globo de Oro, de todas formas no pudo frenar el declive de su carrera. En 1968, Curtis nuevamente contrajo matrimonio, esta vez con Leslie Allen, con quien tuvo dos hijos, Benjamin y Nicholas. Pese al hecho de no estar en el mejor momento de su carrera, el actor se las arregló para mantenerse bastante ocupado durante los setenta. No sólo participó en la serie de televisión británica “The Persuaders!” (1971-72), junto a Roger Moore, sino que también protagonizó la serie norteamericana “McCoy” (1975-76), en la que personificaba a un carismático estafador. En lo que al cine se refiere, Curtis obtuvo un papel en la cinta de Elia Kazan, “The Last Tycoon” (1976), y en las olvidables “Sextette” (1978) y “Bad News Bears Go To Japan” (1978). Como si esto fuera poco, el actor además publicó una novela titulada “Kid Andrew Cody and Julie Sparrow”. La década de los ochenta comenzó para Curtis con una nominación al Emmy por su interpretación de David O. Selznick en la cinta “The Scarlett O´Hara War” (1980). También participó en una de las adaptaciones de las novelas de Agatha Christie titulada “The Mirror Crack´d” (1980).
Como muchas estrellas clásicas, hacia el final de su carrera Curtis se volcó al mundo de la televisión consiguiendo un rol en la serie “Vega$” (1978-81). Sin embargo, durante este periodo él comenzaría a desarrollar otros intereses ajenos al mundo de la actuación. Tras estar internado en la Clínica Betty Ford en 1984 por su dependencia de las drogas y el alcohol, Curtis comenzó a experimentar con la pintura, exhibiendo un particular talento para los retratos. Eventualmente sus obras serían vendidas por grandes sumas a varios coleccionistas, e incluso algunas llegaron a ser exhibidas en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. En lo que a su vida personal se refiere, esta seguiría siendo bastante tumultuosa, ya que en 1983 se divorció de Leslie Allen y al año siguiente contrajo matrimonio con Andria Savio, con quien estaría casado hasta 1992. Pese a que siguió participando en algunas películas, poco a poco el arte comenzó a reemplazar el interés de Curtis por la actuación. Durante la década de los noventa además de participar como invitado en algunas series de televisión, prestó su voz para diversos documentales como por ejemplo “Hugh Hefner: Once Upon a Time” (1992) y “The Celluloid Closet” (1995), en el cual se exploraba el tema de la homosexualidad en Hollywood. Durante este periodo, Curtis contraería matrimonio en dos ocasiones más, primero con Lisa Deutsch, con quien solo duró un año casado, y luego con Jill Vandenberg (quien era 42 años más joven que él) con quien estaría hasta el día de su muerte. Lamentablemente, en 1994 debió soportar el duro golpe de la muerte de su hijo Nicholas, quien falleció a causa de una sobredosis.
En 1993 publicó su autobiografía en la cual confesaba haber tenido relaciones sexuales con más de 4,000 mujeres a lo largo de su vida. Dichas relaciones iban desde una simple noche de sexo o un “rapidín” en el baño de un restaurante, hasta algunas más duraderas. Curtis además señala que en los inicios de su carrera, la estrategia publicitaría que utilizaban los estudios para promocionar a las estrellas en ascenso, la cual consistía en hacerlos acompañar siempre por otra actriz simulando pequeños romances, lo llevo a sentirse obligado a mantener relaciones con prácticamente todas las jóvenes coprotagonistas de sus películas, situación que le impidió mantener relaciones duraderas o estables con sus parejas, a pesar de sus cinco matrimonios. En la autobiografía el actor también acepta que el torbellino de la vida de una estrella y la inseguridad de saber si seguiría estando en el favor del público, lo llevaron a depender del alcohol y las drogas, con diversas entradas y salidas, debido a recaídas, en clínicas especializadas, hasta que a partir de los ochenta comenzó a sentirse aliviado y pudo hacer las paces con sus hijos, en particular con Jamie Lee y Kelly, las hijas que tuvo con Janet Leigh, a las cuales no les prestó ninguna atención durante su niñez. Tony Curtis falleció el 29 de septiembre del 2010 debido a un paro cardiorrespiratorio. Pese a que se ganó una merecida estrella en el paseo de la fama, el actor siempre se mostró decepcionado por no poder haber ganado un Oscar. Y es que la verdad como muchos profesionales del medio, Curtis no fue lo suficientemente valorado en su momento. Hoy es recordado como uno de los actores más versátiles de los cincuenta y sesenta, cuyo legado quedó plasmado en las decenas de films en los cuales participó el actor que demostró ser más que una cara bonita.
por Fantomas.
2 comentarios:
No tenía idea de que la infancia y la primera juventud de Tony Curtis hubiesen sido tan duras... Buena entrada, muy documentada e interesante.
Buen trabajo! El señor Curtis sabía mucho.Pena que el tipo de la entrevista fuera un idiota.
Publicar un comentario