martes, 10 de marzo de 2009

Giallo: Más que un simple subgénero cinematográfico.

El giallo como género cinematográfico nace a principios de los sesenta, durante la “era dorada” del cine italiano. El nombre giallo (amarillo en italiano) proviene de una serie novelas publicadas por primera vez en 1929 por la editorial milanesa Mondadori, cuyas portadas eran de color amarillo. En un principio se trataría de traducciones de novelas británicas de misterio y de detectives, las cuales seguían la pauta marcada por Sir Arthur Conan Doyle en sus escritos protagonizados por Sherlock Holmes, además de algunas novelas norteamericanas inspiradas en la obra de Edgar Allan Poe y en la de Dashiell Hammett. Antes de esa fecha, los italianos no tenían mucha noción del contenido de las novelas de misterio. Ya entre los años 30 y 40, la circulación de este tipo de relatos fue en aumento, pese a que Mussolini prohibió las publicaciones de novelas detectivescas norteamericanas, debido a que estas podían ejercer cierta influencia en los “italianos de mente débil”, ya que de cierta forma mostraban los crímenes como un acto casi glamoroso.

No fue hasta un buen tiempo después que los mismos italianos comenzaron a escribir giallos basados en las obras británicas y las norteamericanas, y no fue hasta después de la guerra que comenzaron a escribir novelas con un estilo propio. El giallo como expresión cinematográfica no se encasilla en un solo género como las novelas, sino que tiende a abarcar distintos género como el de la novela policíaca, el horror gótico, el drama, entre otros. Por este motivo, el giallo no suele ser considerado como un género en el sentido convencional, pero existe un cierto consenso en que es más complejo que un subgénero como tal. Se suele reconocer a la película “La Ragazza che Sapeva Troppo” (1963), del director Mario Bava, como el primer giallo cinematográfico ya estable algunas de las bases del género mediante el relato de la historia de una muchacha que está de vacaciones en Roma y es testigo de un asesinato del cual no existen pistas ni cadáver, por lo que a la joven no le queda más remedio que investigar por su cuenta.


Entre principios y mediados de los sesenta, el giallo no se presentaba como un género sólido. Este periodo fue utilizado por diversos directores para experimentar con un género que otorgaba una serie de posibilidades. Sería la cinta de Dario Argento, “The Bird With The Crystal Plumage” (1969), la obra que no sólo definiría varias de las constantes del género, sino que además se encargaría de ponerlo de moda, originando que una serie de directores intentara emular el éxito del film. Las tramas del giallo giran en torno a una serie de asesinatos, que por lo general son retratados de manera bastante gráfica, los cuales son realizados por un asesino enmascarado y con guantes, que por lo general ocupa algún tipo de arma blanca para efectuar los crímenes, jamás utilizan armas de fuego. Estos son algunas de las reglas no escritas del género. La identidad del asesino o los asesinos, es por lo general revelada en el tramo final del film. Los protagonistas que tienden a verse envueltos en estos crímenes, suelen ser tipos comunes y corrientes que terminan siendo arrastrados a la investigación de los mismos. Los policías envueltos en las investigaciones suelen ser mostrados como verdaderos inútiles que no tienen que ver mucho con la resolución de los crímenes, pero que aún así se adjudican el crédito una vez resueltos los casos. Por último, la motivación de los asesinos suele estar ligado a algún trauma de la infancia.

En cuanto a sus características técnicas, se utiliza mucho el punto de vista del criminal durante la realización de los crímenes, convirtiendo al espectador en cómplice del crimen. Esto nos convierte en una suerte de voyeristas, no en el estricto sentido de la palabra como es definida en el diccionario (persona que obtiene placer sexual cuando observa a alguien desvestirse o teniendo sexo), sino que en el sentido que hace que sintamos el deseo de mirar cómo se ejecuta el crimen, al mismo tiempo que nos incita a buscar pistas para descubrir la identidad del asesino, para posteriormente desenmascarar la verdad tras sus actos. Además se hace gran uso del zoom, al punto que en ocasiones llega a ser excesivo el uso de este recurso. También existe un gran uso de colores vivos, como el verde, el rojo y el azul, lo cual es un recurso bastante utilizado por directores como Argento o Bava. Estéticamente, podemos apreciar que por lo general existe una preocupación por lograr un ambiente adecuado, el cual suele ser opresivo o inquietante, ayudado en gran parte por el ya mencionado uso de los colores, y por locaciones lúgubres y misteriosas. En muchas cintas como por ejemplo en “Blood and Black Lace” (1964), se utilizan objetos como muñecas o maniquíes que simbolizan la despersonalización del asesino, al mismo tiempo que intentan establecer el delicado estado mental en el que se encuentran.

Por otro lado, es común encontrarse con un discurso médico/detectivesco en el giallo. Las alucinaciones y las imágenes subjetivas suelen tener la misma importancia que los protagonistas o el enigma central del film. Buenos ejemplos de esto son las cintas “Lizard in a Woman´s Skin” (1971), del director Lucio Fulci, y “Lo Strano Vizio Della Signora Wardh” (1971), de Sergio Martino. En ambas películas se evidencia un discurso que hace relación a las patologías inherentes al feminismo, y la fascinación que algunos directores sentían por las mujeres “enfermas”. En otras películas como “Knife of Ice” (1972) de Umberto Lenzi, o “Tutti i Colori del Buio” (1972) de Sergio Martino, la narrativa y el misterio están ligados a los efectos nocivos de una determinada enfermedad mental sufrida por la protagonista. Inevitablemente, el giallo está fuertemente ligado al psicoanálisis. Resulta curioso que muchos de los protagonistas del género están en terapia psicológica, han estado en terapia, o alguien les comenta que necesitan terapia. En cierta medida, el detective de turno se convierte en una suerte de terapeuta; para poder atrapar al asesino, debe pensar como él y conocer sus motivaciones.

Los viajes, el turismo, los lugares exóticos y los extranjeros también son rasgos característicos del giallo. El protagonista del género suele ser un extranjero que se encuentra de vacaciones en Italia, o un italiano que se encuentra de vacaciones en el extranjero. Entre algunas de las cintas que se desarrollan en “lugares exóticos” se encuentran: “The Iguana With a Tongue of Fire” (1971), de Ricardo Freda; “Death in Haiti” (1972), de Edoardo Mulargia; “L´uomo piú velonosa del cobra” (1971), de Bitto Albertini; y “La Coda Dello Scorpione” (1971), de Sergio Martino, entre otras. Los personajes no parecen estar ligados a un lugar en particular, sino que están en constante movimiento. A mediados de los setenta, el género sufrió una serie de cambios que terminaron empujando a los directores a filmar relatos policiales más tradicionales. El inicio de los ochenta marcó el retorno del género como se le conocía en un principio, de la mano de directores como los ya mencionados Dario Argento y Lucio Fulci. Esto permitió que el género nuevamente gozara de cierta popularidad, lo que impulsó una nueva oleada de giallos. Sin embargo, la gran mayoría de los giallos filmados durante este periodo resultaron ser inferiores a los realizados a principios de los setenta, por lo que son poco recordados por los fanáticos del género.

Por lo general a los giallos se les suele criticar la falta de coherencia que en algunas ocasiones poseen sus historias y el pobre nivel actoral de algunos de los actores habituales del género. Aunque se trata de una crítica justificada, hay que recordar que la gran fortaleza de los giallos reside en su estética y en la dinámica de investigación. El éxito que estas películas tendrían en Europa, llevaría a que directores de otras nacionalidades como el español León Klimovsky, quien filmaría “Una Libélula Para Cada Muerto” (1974), o el belga Gus Lee Thys, responsable de “The Pencil Murders” (1982), intentaran probar suerte en el género. Además se debe reconocer que estas producciones serían en gran medida el principal precursor de los “Slasher films", tan populares a finales de los setentas y durante los ochenta en los Estados Unidos. En conclusión, el giallo es un género más complejo de lo que uno podría creer, donde tanto nosotros como el protagonista de turno somos testigos oculares de un enigma que estamos invitados a resolver.

Otros giallos que vale la pena ver:

- La Tarántula del Vientre Negro (1971), de Paolo Cavara
- The Fifth Cord (1971), de Luigi Bazzoni
- What Have They Done to Solange? (1972), de Massimo Dallamaro
- The Red Queen Kills Seven Times (1972), de Emilio Miraglia
- 7 Orquídeas Manchadas de Rojo (1972), de Umberto Lenzi
- Don´t Torture a Duckling (1972), de Lucio Fulci
- Deep Red (1975), de Dario Argento
- The House With Laughing Windows (1976), de Pupi Avati
- The Psychic (1977), de Lucio Fulci
- Tenebre (1982), de Dario Argento

por Fantomas.

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